La emoción. La filosofía de la infidelidad
La renovación de las ideas, los avances técnicos y el progreso nunca se ven malquistos por la imaginación creadora y el espíritu emprendedor; jamás llegan de manos de la rutina o de la pacatería.
En cambio, por lo general, acompañan, sí, a quienes no arredra pensar por cuenta propia ni disentir.
En el campo científico, intelectual o artístico las novedades y avances obligan a revisiones y planteos, engendran dudas e incertidumbres; conflictos con lo tradicional recibido y probado; enfrentan enigmas y misterios de lo nuevo.
No obstante tales disposiciones -entre la nebulosa de lo intuido y el laberinto de lo ignoto- configuran la dinámica visionaria de lo por venir.
A semejantes encuadres no escapan conceptos básicos de ciencia y técnica, de disciplinas especulativas o artes. Tampoco principios de cuño inmemorial, ideas directrices de remota tradición ni criterios mineralizados en los fundamentos de innúmeras actividades del ayer y del hoy: algo así como un proceso de desentumecimiento.
Para alcanzar efectos desenmohecedores, la formalidad de congresos, simposios y conferencias no proporciona medios ágiles ni instrumentos adecuados. Se requiere la espontaneidad de un «Foro» de abiertas posibilidades que facilite y dé fluidez a la exposición, intercambio y circulación de nuevos enfoques y posiciones; un «Foro» dispuesto al diálogo y a la divulgación de criterios. cuya originalidad no vacile en estremecer lo convencional de los saberes establecidos y vivifique los pensamientos que habrán de transferirse al siglo venidero, ya inmediato en expectativas y prieto en actitudes inéditas.
Los comentarios están cerrados.